De la casa vecina respecto a la que vimos en el post anterior, no creo que quede mucho más que los restos que pueden verse en la fachada. Algún arquitecto ruskiniano ha intervenido en ella con esa elevación revocada y ese alero de hormigón marcando claramente las distancias entre una cultura y otra.
... aunque al llegar a la puerta, el arquitecto o los dueños cambiaron de principios y le metieron la reja cañí que a cualquiera le da el pego pero que canta tanto o más que la gallina de la catedral. En la belleza de la canal y otros complementos mejor no entrar.
La diferencia con su vecina es tan grande que sólo la ponemos aquí por aquello del entorno y porque, quién sabe, seguramente tuvo un pasado más glorioso que quizás alguien nos descubra algún día.
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