Uno de los calificativos que más me gustan de los autores del Inventario es el que emplean para las casas que han perdido con el paso del tiempo su aspecto original: suelen decir de ellas que están "rehechas" y a fe que prefiero ese término que el mucho más feo de "rehabilitadas", tan usado por los arquitectos o agencias de la propiedad. Bien cierto es que las casas se van "rehaciendo" con el paso de los años y que en ese "rehacer" van perdiendo la gracia de su originalidad o de su antigüedad. Pero a diferencia de las "rehabilitaciones", en las que se les suele dar un meneo global a toda la casa, en las rehechuras se conservan casi intactos algunos de sus elementos. Por ejemplo, en el caso de esta casa, el arco de la puerta, acaso la fina barandilla del balcón, o seguramente las carpinterías de cuartones del bajocubierta. Aun con ello, esta casa no estaría en este catálogo si no fuera por el desgastado escudo que la distingue.
Con lo poco que se ve en él, los del Inventario no sólo se atreven a decir que es del XVII sino que precisan que es de finales de ese siglo. La pena es que justo ante esta casa no dijeran ese término tan bonito de "rehecha".
Aunque en fachada no llega a los 7 metros de anchura, el fondo casi tiene 19, no sé muy bien si como pieza original o por añadidos y rehechuras.
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