Da la sensación de que en la composición de las fachadas de las casas solariegas riojanas del siglo XVIII la simetría fuera sólo un principio aproximado, un patrón interpretable y flexible a capricho, porque no se entiende si no, que con una puerta y dos ventanas pudiera haber tales desplazamientos en una obra de sillería tan lenta y laboriosa. Valdría la pena dibujar los alzados de todas estas casas, escudos aparte.
Aparte de la lectura compositiva de los huecos y la decorativa de sus recercados, caben luego los lamentos por las carpintería de aluminio de 1983 y porque treinta años después no parece haber mejorado la cosa.
Otro lamento ya frecuente en este blog es el del canalón de plástico que tanto cambia el aspecto del remate superior de la casa. Compárese esta imagen con la de arriba. ¿Se gana algo con que el agua caiga a la calles a chorro en vez de a hilillos?
Más de dos siglos sin canal no parecen haber afectado mucho al escudo, que sigue tan vibrante en su labrado como el primer día.
La trasera de la casa también se apoya en la muralla exterior a noroeste, pero de momento no tenemos más datos de cómo lo hace. Tampoco tengo muy clara su ubicación porque no encajan los datos de las fotos con la imagen aérea de google earth, así que pongo la que da el plano catastral para la parcela 14 de la calle Costanilla y la dejo entre interrogantes a la espera de una nueva visita.
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