No es la primera vez que nos encontramos ante una entrada en arco de herradura en la que el trasdós del arco sobrepasa la línea del medianil con la casa siguiente. Seguramente serían ambas de la misma propiedad aunque es curioso porque la sillería no es la misma. Tampoco son iguales la fábrica de la planta baja y la del primer piso de la propia casa, respondiendo a su vez a distintos conceptos compositivos y probablemente a distintas épocas (el piso y las rejas de los balcones serían reformas del XIX). Se echa a a faltar el alero, pero entre tantas irregularidades, quién sabe. Lo más seguro es quedarnos mirando el escudo:
Desde el otro lado y desde la foto aérea también observamos poca claridad en las cubiertas, aunque lo que está muy claro es el atrevimiento del diseño del canalón y la bajante:
La casa sobre la que montaba el arco de herradura de la entrada, ha crecido, la han raspado y simula estilo rústico. Solo le faltaban unas jardineras amarillas.
Tanta alteración del contexto debe de ser por la vecindad del Hotel el Palacete que está justo a mano derecha, o... por el hipo que entra al saltar en el bulto rojo que acaban de ponerle delante.
En el plano del catastro se aprecia que la propiedad se expande hacia las construcciones del lado izquierdo y hacia atrás, de modo que los 13 metros de fondo se convierten en 17 hasta el callejón. En fachada mido 10.
No sé, me da pena que el discurso sarcástico se me haya colado también en un blog como este pensado para valorar lo mejor que nos queda de la arquitectura en los pueblos, pero es que ante el trato que ha recibido en los últimos cincuenta años no acierto a encontrar otro modo de queja. Les prometo que voy a intentar decir las cosas de otro modo. Otra cosa es que lo consiga.
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