Gran casa de finales del siglo XIX ubicada en la trasera de la Iglesia que incorpora un escudo nobiliario extemporáneo por aquello de seguir con la tradición solariega. Compuesta a la vez en tríptico y en dual, sólo la puerta central y el balcón corrido sobre ella intentar resolver ese juego tres/dos que toma sus riesgos en la excesiva separación de los huecos del tramo central rehundido.
Parece que el tiempo no pasa por ella. La alarma, la segunda farola o la nueva canal del tejado (cuyas bajantes nos tienen intrigados desde esta perspectiva) son las únicas novedades que detectamos.
Donde sí se aprecia un cambio notable es en la urbanización exterior, que ofrece una imagen del pueblo que poco o nada tiene que ver con el ambiente de los tiempos en que se construyó la casa. Gracias a esta perspectiva apreciamos también el recurso del cuarto hueco cegado en la fachada lateral para dejar más independiente la fachada frontal.Y ya de paso, resolvemos el misterio de las bajantes, que al colocarlas junto al hueco ciego, subraya de una forma mucho más burda la separación entre una y otra fachada.
Medimos aproximadamente 18 metros de fachada por 15 de fondo, y dado lo reciente de su construcción, confiamos en llegar a saber algún día de su arquitecto (si lo hubiere) o cantero/maestro de obras y de sus planos.
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