Gran sorpresa es la que uno se lleva al ver la comparativa entre esta foto de 1983 y esta otra de junio del 2014. No digo que fuera solariega ni del XVIII (sino seguramente muy anterior), pero con la desaparición de esta casa con esa doble ventanita ojival en la medianera y otra sencilla en la principal con entrada por esa puerta en arco de medio punto, se tuvo que ir a la escombrera una buena pieza de la pequeña historia de la arquitectura de las casas sobrias y compactas de este pueblo.
La especie de chalet retranqueado con escalera exterior que la ha sustituido ha dejado al descubierto el muro de piedra de la casa colindante que tiene fachada por la plaza Ciudad de Nájera (según dice el Catastro) o plaza Ciudad de Mendoza (según dice el cartel de policía urbana).
Por la sillería del muro de la calle pareciera que ambas casas antiguas fueran de la misma fábrica, pero se ve que no. El arquitecto que hizo los planos del "chalet" y que seguramente firmaría el derribo de la casa desaparecida a la que dedicamos este post sabrá si sus cuartones apoyaban en ese muro o si cada casa tenía sus propios muros de piedra sillería como pequeñas casas-torre yuxtapuestas. También se aprecia en esta otra casa una doble fábrica de sillería que hace suponer que en algún tiempo se viniera abajo toda la esquina y se rehiciera con una plomada algo más remetida que los lienzos más antiguos que aún quedan en pie (esquina que nuevamente se volvió a agrietar y que ahora luce de maravilla como soporte de cables y bajantes).
La verdad es que es muy triste que todas estas casas sigan sin estudiarse más a fondo y que algunas de ellas desaparezcan y sean sustituidas sin mayor sensibilidad y, seguramente, sin sentido alguno de culpabilidad. ¿No hay una Consejería de Cultura en La Rioja y un Servicio del Patrimonio que cuida (o debería cuidar) de estas cosas? ¿Tenemos que ser los particulares aficionados a la arquitectura los que descubramos casualmente estos atropellos y pérdidas de nuestra historia?
Y ello... por no hablar de la pavimentación, la jardinería, el mobiliario urbano y los patrones de las nuevas arquitecturas que se ven por los alrededores Qué triste, dios, qué triste todo. O... casi todo, porque algo aún queda. Aunque cada vez menos.
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