Extraordinaria casa compuesta en perfecta simetría (o eso parece a menos que diga otra cosa la planimetría...) en la que a falta de la labra de los escudos, toda la potencia decorativa se centra en el singular esculpido de esa pieza híbrida entre ménsula del balcón y cabecera de la puerta.
Tanto en 1983 como en la visita de treinta años después, nuestra atención se centra en su fachada (deformación propia de quien va con cámara de fotos y parece que sólo quiere fotografiar) pero como la arquitectura debería empezar por apreciarse en planta, digamos ya que se trata de una edificación de 14,25 m de fachada y 17,30 de fondo ubicada espléndidamente en el borde del pueblo, por lo que su trasera abre sus vistas hacia el campo sin ninguna interferencia (véanse más abajo las fotos de ubicación) con orientación SurOeste.
Convertida la calle en carretera, la fachada pierde presencia urbana y la puerta tiene que protegerse contra las salpicaduras del tráfico, pero al menos se ha salvado de la normativa de canales y bajantes (¡que no es poco!).
La cámara de fotos se nos va sola una vez más a esa singular pieza escultórica tallada entre la puerta y el balcón principal... hábilmente sobredecorada con el cable trenzado de electricidad (...) y sus alargadas sujeciones:
Trato de fotografiar también la exuberante talla de los canes y el festoneado del borde del tablero del alero. Son piezas de una delicadeza tal que parece que se fueran a romper por lo que sobrecoge verlas en un lugar tan alto y expuesto. O tan escondido incluso a la contemplación por la sombra en que siempre están.
En el centro de ese enorme dintel del balcón principal, la fecha de la casa: 1769. Y en las tres siguientes imágenes y a falta de unas plantas arquitectónicas por las que no dejamos de suspirar, lo arriba prometido:
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