Volviendo a la esquina entre la calle La Cruz y la Fernando Torres reparamos un momento en esta otra casa en esquina que nos sugiere poner un apartado al final de cada pueblo dedicado a "restos". Esa sobria cornisa unitaria, ese espléndido arco (que parece que lo hubieran hecho ayer... aunque dicen en el Inventario que es de comienzos del XVI), o esas piedras para un escudo que nunca se labró debieron de servir en el siglo XVI, XVII, o XVIII (estos tres siglos corren que es una barbaridad) como marco y eje para alguna casa con mayores pretensiones de lo que ahora se ve. Que no es una casa sino dos, según reza el catastro y se ve por los tejados.
Puestos a ver detalles, reparamos una vez más en el valor que en esta casa tienen las carpinterías (lo que se hace notorio cuando faltan) y en la increíble ley (o costumbre) de que cada casa se trague las bajantes. Queda precioso (!). Lo mismo lo hacen para no deslavar esas pavimentaciones peatonales con bolardos de la que seguramente estarán muy orgullosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario